¿Es quizá una de las diferencias entre la sabiduría y la necedad?
A menudo reflexiono sobre el hecho de que la diferencia viene marcada por los detalles. Ahora añado a la luz de esta frase del escritor francés “la sabiduría en los detalles de lo ordinario”.
También podríamos decir: la excelencia en la sabiduría de las cosas ordinarias.
No me cabe asociar sabiduría con aquello que es mezquino, malévolo y dañino para el ser humano.
Es en los detalles de lo ordinario, en lo cotidiano donde se forja la sabiduría de lo extraordinario. Y solo desde ahí, día a día, se va marcando la diferencia: la confianza y la honestidad se van construyendo…, aunque también se pueden destruir en un instante, con un solo gesto.
Se requiere tesón, esfuerzo y ambición para evitar esa destrucción, para superarnos a nosotros mismos con la mayor humildad que podamos para trazar una línea de ejemplaridad, entendida como constancia, consistencia y coherencia para llevar el timón de nuestras relaciones humanas en nuestra vida personal, económica, social y pública. Porque, al fin y al cabo, siempre acabamos hablando de personas.
Llegados a este punto me encuentro compartiendo estas reflexiones que me resultan inevitables al pensar sobre los valores y la excelencia en el ámbito profesional, aunque no sólo en éste.
Así, no sólo en la mesa y en el juego se conoce al caballero o a la dama, sino también en las situaciones difíciles, sean de la índole que sean…., aquellas que todos hemos vivido alguna vez, que han puesto a prueba nuestros principios y lo que ahora se dice “la mejor versión de nosotros mismos”.
Y lamentablemente a menudo me sorprendo en la avidez y la necesidad de engullir a toda velocidad lo que llega, sin suficiente consciencia, sin aplicar toda la sabiduría que mejor sea capaz de generar en las cosas ordinarias, perdiendo el foco en el presente y, por tanto, solo atisbando el futuro a medio y largo plazo en una nebulosa que falsea y condiciona ese deseo, quizá un poco pretencioso, de ejemplaridad.
En lo público, en lo empresarial y en lo más íntimo de todo ser humano no me cabe duda que toda situación difícil brinda una oportunidad para medir nuestra sabiduría, nuestro nivel de excelencia y de ejemplaridad.
No voy a señalar la mediación empresarial como la fórmula que mejor conviene para solventar los conflictos que surgen en nuestras vidas profesionales. Sería contrario a las reflexiones que me han conducido hasta aquí.
Sin embargo, sí que quisiera permitirme el proponer incluir en la ecuación de estas elucubraciones la sabiduría de conocer cómo “mediar” con nosotros mismos en cada desavenencia, controversia o, simplemente, desencuentro en que nos veamos inmersos con otros.
Estoy muy convencida del hecho de que sin este ejercicio “ordinario”, difícilmente seremos capaces de interactuar sabiamente con los demás para saber cómo obtener la mejor “línea” de gestión de lo ordinario que conduzca a construir lo que es excelentemente extraordinario con la inteligencia poderosa que mencionaba Victor Hugo.
Solo así entiendo que se pueda contribuir con un granito de arena en la sabia construcción de empresas y sociedades sostenibles con cimientos sólidos armados de tesón, esfuerzo y ambición para superarnos a nosotros mismos con la mayor humildad para trazar y mantener una línea de ejemplaridad.
Y no es “buenísmo”. ¡Es difícil! Tan difícil como mantener el puente de Mostar sobre el río Neretva y tan fácil como destruirlo en casi un instante. Fue testigo de la lucha por la convivencia de comunidades muy diferentes durante casi seis siglos. Sin embargo, se ha reconstruido en casi un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué? ¿Para qué? Confiemos en la sabiduría humana impregnando lo ordinario, el día a día, para que no vuelva a ser destruido.
Busquemos la mejor manera de solucionar nuestros conflictos. Pocos dejarían de suscribir este deseo.
Por ello, analizar, explorar, adentrarnos para aprender y aprehender con inteligencia de aquello que en lo ordinario se torna difícil, conflictivo e incómodo (y casi nunca de repente) requiere la humildad de abrir nuestra mente para sopesar cómo y con qué instrumentos contamos para entablar conversaciones que sirvan para solventar esa situación de la manera más sabia posible.
¿Es posible que por esta vía acabemos dando una oportunidad a la mediación y, en definitiva, al método más adecuado para la solución de conflictos que resulte de una forma diferente de reflexionar?
¿Necedad o sabiduría?
Maria Bacas
Miembro de la Junta Directiva de ABE
Socia de Mind The Law, Abogado y mediadora empresarial.
Quiero que cada publicacion me llegue para estar un poco untado de tanta sabiduria.