Vamos avanzando en el 2020. Fue fantástico reunir a la familia en Navidad, felicitar y ser felicitado por amigos de nuestro país y de otras partes del mundo y, para los que ya somos un poco mayores, traernos recuerdos de las fiestas con personas que ya nos dejaron. Sin duda alrededor de nuestras celebraciones de Navidad hay mucha tradición y cultura. El día de Reyes pasando cerca de una pastelería vi que dentro estaba llena y en la calle había una cola de 15 personas para comprar el tortell de Reyes y ver a quién de su familia le tocaba la figurita de dentro.
Varios amigos americanos me desearon “A peaceful year” (un año de paz). Me pregunto si Trump a sus amigos les habrá deseado también un “peaceful year” mientras, por otro lado, buscaba la mejor manera de provocar una guerra asesinando al general Qasem Soleimani, quien obviamente no era un buen chico, pero matarlo de esa forma podría estimular en su entorno movimientos de venganza afectando a gente que no tiene nada que ver con lo que haya hecho Soleimani. No parece que vaya a ser muy peaceful . Kim Jong Un, el jefe de Corea del Norte, dice que va a volver a sus cohetes nucleares. ¿Adónde los tirará? Parece que lo que quiere hacer es demostrar que tiene cohetes potentes. Pero si se le escapa uno y cae en China, por ejemplo, que está al lado, ¿qué pasará? China quiere paz y tranquilidad y trata de no ver las provocaciones que le llegan por el noreste de Corea, por el sur de Hong Kong y de vez en cuando por el norte, desde Mongolia.
La gente en general no quiere guerras, quiere soluciones a los muchos problemas que tenemos en el mundo
Es evidente que los fabricantes de armas han debido hacer un curso de marketing y ventas en una escuela de negocios en el que no incluyeron el módulo de ética y quizás también hicieron cursos de innovación que les han llevado a tener armas más potentes y a encontrar argumentos para colocarlas en el mercado: “Ustedes pueden ser los primeros en tener estos cohetes, lo destruyen todo”, o “deberían hacerse con unas cuantas bombas de nuestro nuevo modelo que podríamos venderles en exclusiva; un primer lote para pruebas sólo les costará el 80% del precio de mercado”.
O incluso peor: “Si necesitáis matar a alguien, nosotros tenemos un curso para todo el proceso: localizarlo, estimar el entorno de protección del que se ha rodeado, diseñar, reunir y entrenar al equipo asesinador, desplazarlo a donde sea necesario, lanzarlo a actuar y compensarles con una parte fija y otra variable en función de la rapidez y efectividad de su asesinato”.
La gente en general no quiere guerras, quiere soluciones a los muchos problemas que tenemos en el mundo: países que van cayendo con desempleo, pobreza y emigración como la única solución; países con dictaduras que quieren controlar todo y esto tiene el riesgo de que mucha gente pueda perder el trabajo o hasta la vida; políticos que quieren más poder y caen en soluciones separatistas, Brexits, independencias (como es el caso de Hong Kong y alguna zona europea). Y al final las soluciones tienden a crear más organizaciones políticas, parlamentos, partidos, con un coste que saldrá de subir impuestos y que perjudica las inversiones y sobre todo las de riesgo, como las start-ups , que son, en muchos casos, el futuro.
No cabe duda de que en este entorno de continua discusión política, países como China, que se enfocan en la economía, en la industria, en la innovación y en el despliegue internacional, con pocos políticos per cápita, avanzan a toda velocidad y van consiguiendo porciones relevantes de los mercados mundiales. Lo que no tiene ningún sentido es que a las empresas de estos países se les pongan trabas para ese despliegue internacional como es el caso, sobre todo en Estados Unidos pero en menor nivel también en Europa.
Sería muy triste que para resolver todos estos problemas tuviéramos que liarnos en una guerra. Pero, por desgracia, después de las guerras los países se centran en relanzar su industria. A ver si somos capaces de apoyar a los afectados por agresiones y tratar de pacificar el entorno.