Hay empresas que tienen buenos resultados y necesitan crecer, modernizar sus fábricas, extenderse en los mercados, internacionalizarse, y todo eso necesita muchos fondos que han de salir de los resultados de la empresa, o de inversores, por ejemplo. Si la empresa se para, deja de facilitar estos procesos y será difícil que haya inversores dispuestos a facilitar el desarrollo de una empresa cuyos trabajadores van dificultando.
Las dificultades creadas en empresas con huelgas dificultan a su vez la innovación
De vez en cuando leemos que una empresa ha hecho unos ajustes despidiendo trabajadores y prejubilando a otros. Pero también hay empresas en el mismo sector que están creciendo bien y contratando empleados. Las dificultades creadas en las empresas con huelgas dificultan a su vez la innovación, la mejora de procesos con equipos más avanzados y hasta robots o conjuntos de máquinas que equivalen a un número relevante de trabajadores.
En muchas empresas los huelguistas se reúnen con la dirección de la empresa y plantean sus intereses. Piden más de lo que esperan, pero la negociación requerirá alguna reducción y mejor pedir más de lo posible. Los directivos de la empresa no ven claro incrementar los sueldos pero son conscientes de que con el paro la empresa se va destruyendo y la subida de los sueldos puede ser también destructiva pero con más lentitud.
A veces con algunos profesores mayores hablamos de la historia de nuestra escuela, el IESE, en sus primeros 25 años. Los profesores podían dedicar un 25% de su tiempo a trabajar como consejeros, consultores, o ayudando a empresas pero debían entregar a la escuela el 25% de lo que ingresasen. Había una cultura de entregar a la escuela algo más de lo que pagaba como sueldo. Cuando aportábamos más de lo que nos pagaban hacíamos una celebración.
Cuando hice mi doctorado en Harvard pude conocer a profesores jubilados. Algunos seguían dando clases, otros publicaban libros, muchos estaban en consejos de empresas, algunos ayudaban a escuelas por el mundo. lgunos habían ayudado a lanzar Insead en Francia, otros el IESE en España. Otros lanzaron una business school en Japón, donde Estados Unidos lanzó su primera bomba atómica: nada más acabar la guerra un profesor de Harvard viajó a Japón y ayudó a una prestigiosa universidad a lanzar la primera escuela de dirección de empresas allí y él siempre decía que “lanzar business schools por el mundo es crear puentes para la paz”. Hemos hablado de quienes usan las destructivas huelgas para ganar más y quienes, jubilados, hacen esfuerzos internacionales para ayudar a formar a directivos y sin cobrar. ¿Quiénes conseguirán un mejor futuro para los jóvenes y los niños?