Una de las cosas que hemos visto y comentado en reuniones de los miembros de ABE es que pensar en buscar la excelencia es muy positivo y es algo que podemos hacer muy especialmente cuando pasamos a un puesto de más responsabilidad en gestión, en investigación, en financiación, en asesoramiento u otros.
La excelencia que buscamos tiene muchos componentes. Si hemos de gestionar personas hemos de pensar en una excelente organización, pero también en una forma excelente del trato con estas personas. Si la excelencia ha de estar en la investigación hemos de pensar en las personas adecuadas, su formación, su motivación. Si la excelencia ha de estar en la buena atención a los clientes deberemos asegurarnos de que tenemos una distribución y su logística de rápido servicio y podríamos seguir. Pero la excelencia, para ser bien percibida, requiere cuidarla en todas las áreas de la empresa.
La excelencia ha de ser internacional. Las empresas chinas no se consideran excelentes porque cuando China, tras un buen crecimiento, trató muy bien la salida al mundo de sus empresas, en algunos países se detectaron problemas en algunas empresas chinas que, por ejemplo, competían a precios bajos posibles por ayudas del gobierno a la empresa. En la economía china este tema se ha trabajado y ya hay muchas empresas que tienen sus cuentas supervisadas por empresas consultoras internacionales, eso sí, las empresas continúan beneficiándose de unos costes laborales más bajos que los costes en Europa, Estados Unidos, o Japón, con trabajadores bien formados y motivados.
La excelencia va más allá de las personas. La tecnología va avanzando y un buen nivel tecnológico aporta ventajas a los productos, a su fabricación, o a su comercialización. Ahora hablamos mucho de la inteligencia artificial, IA, y muchas empresas están buscando la forma de incorporar la IA en sus procesos. La gran preocupación por el incorporar la IA me recuerda cuando hice mi programa doctoral en la Harvard Business School. En aquellos tiempos habían aparecido los miniordenadores (ordenadores pequeños pero muchos necesitaban una mesa con ruedas para moverlos de un sitio a otro). Los alumnos doctorales (éramos muy pocos) podíamos tomar algún curso en el MIT y los que se doctoraban en el MIT podían tomar algún curso en la Harvard Business School.
Yo tomé en cada sitio un curso sobre cómo utilizar los miniordenadores. Recuerdo que en Harvard decían que con la información disponible se podía conseguir que el ordenador sacase varias alternativas y los empresarios eligiesen la más adecuada. Pero MIT decían que los empresarios debían determinar los datos y con esos datos el ordenador les daba la decisión a tomar. Con el tiempo y la utilización de los ordenadores fue avanzando la posición de Harvard.
Ahora tenemos mucha más tecnología que se puede aplicar para temas casi humanos como son los robots. Pero tenemos claro que las decisiones de dirección las toman los directivos, aunque es bueno incluir toda la información disponible, y tener formas o modelos para utilizarla pero conscientes de que hay temas importantes que no podemos incluir en modelos como la experiencia, los valores, las opiniones de los empleados sobre la dirección, los atractivos de algunas empresas competidoras y muchos más.
De momento es muy importante estar al día en el avance de aquellas tecnologías que pueden ser de interés para la empresa, experimentar con ellas y aplicar aquellas que pueden ser ventajosas. Y todo esto hacerlo con velocidad para estar por delante de nuestros competidores. Pero hay que seguir motivando a los empleados, formándolos y sobre todo operar en todas las áreas con valores. Formación, ética, humildad, esfuerzo, responsabilidad, etcétera. Ya todo esto ayuda a tener una buena formación que motivará y mejorará la capacidad de todos los empleados.