Para acabar el año un poco positivo podríamos alegrarnos de que las cosas van bastante bien en todo el mundo. China y Estados Unidos, las dos grandes potencias, están creciendo, creando puestos de trabajo, aportando tecnología e innovación, invirtiendo por el mundo, enviando millones de turistas, y sin problemas relevantes que puedan cargarse la movida positiva.
Los dos países lanzan proyectos con gran potencial de seguir estimulando la economía mundial. La nueva ruta de la seda, el Belt and Road, proyecto de transporte y comunicación desde China hasta el sur de Europa proporciona desarrollos logísticos en Asia Occidental y en Europa del Este. Hay empresas invirtiendo en estos proyectos. También las hay de muchos sectores descubriendo mercados que crecen, van bien, e importan de todo.
En Estados Unidos aparecen nuevos motores también. Los coches eléctricos e híbridos van mejorando, pero varios estados están haciendo pruebas piloto de coches autoconducidos. El sector del automóvil convencional sigue a buen ritmo y mantiene un buen nivel de empleo. Siguen las innovaciones en la sanidad y en la mayoría de sectores industriales y el país continua atrayendo estudiantes y profesionales de todo el mundo. El sector financiero que destruyó miles de puestos de trabajo vuelve a remontar.
Con poco ruido África está convirtiéndose en otro motor de la economía mundial. África necesita infraestructuras (carreteras, líneas ferroviarias, puertos, aeropuertos) y muchas empresas, europeas sobre todo, trabajan allí en la ingeniería y la construcción de todo esto. Pero hay también empresas de otros sectores como el consumo y la sanidad. Un número creciente de africanos valora las marcas y la garantía de calidad de productos importados de Europa en alimentación, equipos, accesorios, prestigio, etcétera. África construye hospitales e importa equipos médicos. También hay en África productos exportables, en minería, por ejemplo. Todo esto produce necesidades logísticas y de distribución. Latinoamérica ha tenido problemas políticos que han ralentizado su desarrollo económico, pero todo parece indicar que la situación va arreglándose y que pueden consolidarse oportunidades en países como Colombia, Chile, Brasil y México, sobre todo.
Hay empresarios que han visto todo esto, se han animado y se han lanzado al mundo. Si leemos los folletos informativos de empresas por el mundo, vemos que casi todas apuntan el número de países en que están y ponen un mapa del mundo con puntitos rojos en los sitios en que tienen una base. A veces son puntitos de diferente color si son una base sólo comercial o comercial e industrial. Pero también hay empresarios que se autoengañan y no quieren ver lo que está pasando en el mundo. El consejo para estos empresarios es venderse la empresa antes de que no valga nada. Mientras haya otros que quieran crecer globalmente, una empresa que tenga aquí una cierta participación de mercado y unos resultados positivos, como mínimo estables, puede ser una base atractiva para completar la internacionalización de otra más realista.
A veces lees cómo será el mercado en el año 2030 y resulta que casi todos los coches serán eléctricos autoconducidos, casi todo se comprará por internet, China será mucho más grande económicamente que Europa y Estados Unidos juntos, y así. Yo no sé cómo será el 2030 y sólo haría planes a ese plazo con los niños muy pequeños: educarlos muy bien. Pero si pensamos en los próximos dos años, hasta que lleguemos al 2020, parece que la economía va a funcionar, que los bancos cumplirán con su responsabilidad de prestar y que es el momento de crear valor innovando y saliendo al mundo o vendiéndose rápido si ya hemos llegado tarde. Aprovechemos la semana próxima para reflexionar y pidámosles a los Reyes Magos el regalo de correr con éxito o salirnos bien de la carrera.