Según el diccionario, liderazgo es la acción de conducir un grupo de personas u organizaciones, o la habilidad para hacerlo. Analizando esta definición, me planteo lo siguiente: ¿Aprendemos a ser líderes a través de la experiencia o es una habilidad personal innata?
En mi opinión, hay ciertas habilidades relativas al liderazgo que solamente requieren dedicación y, por tanto, cualquier persona puede lograrlas independientemente de su experiencia, jerarquía profesional o nivel de estudios. Se trata más bien de tener la motivación de lograr un objetivo concreto, sin importar si se consigue o no. En los últimos 20 años he visto cómo todos los líderes empresariales cumplían ciertas reglas de comportamiento general y que ejemplifican estas virtudes. Yo mismo he puesto en práctica desde que era un niño, gracias a los valores familiares que me han transmitido.
La palabra que marca la diferencia es la actitud, pues es una cualidad que depende de uno mismo y no es negociable. Hay conocimientos que se pueden adquirir a través del estudio o la práctica, pero la actitud es uno de los factores determinantes que nos permiten cumplir nuestros objetivos. Además, es fundamental dar lo mejor de uno mismo para conseguir una meta y dar ejemplo de liderazgo a tu entorno. En este sentido tampoco se puede abandonar un proyecto por cansancio, sino que se debe continuar hasta que esté completo y perfecto.
Para ser un buen líder es importante aprender algo nuevo a diario para seguir creciendo como persona. La desgana y el desinterés sólo pueden proyectar frustración y negatividad. Pero no solo eso, sino que además es vital respetar y valorar el tiempo de los demás, ser coherente con tus acciones y cumplir tu palabra para ganarte la confianza de quienes te rodean. Aunque con estas características ya estamos cerca de la excelencia, no podemos olvidarnos de aquellas personas que tenemos alrededor. Un buen líder debe preocuparse por ellas, entender sus temores y preocupaciones y ofrecer ayuda. Sólo así lograremos que se sientan aceptadas y valoradas por su trabajo.
En contraposición, hay algunas habilidades más difíciles de aprender y que no son extrapolables a todo el mundo. Estas aptitudes son inherentes a la figura del líder y nacen a partir de la experiencia, conocimiento e intuición, aunque se pueden tener en cuenta para adaptarlas a tu forma de ser y a tu estilo de comunicar y trabajar. En este saco podemos encontrar capacidades como la de tener una clara visión de futuro, explicar cuáles son los retos del mañana, prever las disrupciones del negocio en un futuro o conocer el plan de acción necesario para lograr el éxito.
Einstein dijo: “Si no puedes explicarlo de forma sencilla, simplemente no lo entiendes”. Y es precisamente esta la tarea del líder, cambiar la percepción de un gran problema convirtiéndolo en una oportunidad y explicándolo de forma sencilla. El deseo de progresar, mejorar, conseguir la excelencia, cumplir objetivos y buscar nuevos retos son hábitos constantes dentro de las habilidades de un buen dirigente.
Estas habilidades internas se refieren también a la marca personal, la manera de hablar, de caminar, de escuchar. Cuando un líder nato hace su entrada en la sala, todos sabemos que es él y, personalmente, este misterio y su efecto me impactan de forma contundente.
Me atrevería a decir que la habilidad más importante en el liderazgo es ser auténtico y genuino. Los líderes de negocios que conozco están hechos a sí mismos, pues es prácticamente imposible interpretar un papel de alguien que no eres durante 24 horas al día. No pretenden ser alguien que no son, se muestran con sus fortalezas y debilidades y no tienen miedo de exponerse y mostrar sus temores porque, como líderes, también son humanos. Eso significa que también pueden fracasar alguna vez, aunque lo que les convierte en verdaderos líderes es su reacción cuando se equivocan.
En mi trayectoria profesional no he encontrado aún a ningún que no se haya equivocado en un momento dado y que haga lo correcto en todo momento. Todos dirigen con visión, éxito y algún que otro error. Lo importante es que, tanto en el éxito como en el fracaso, ellos siguen al frente con ganas de dirigir a su equipo, convirtiendo los errores en nuevas oportunidades.
Jose Ángel Martinez Vigil de Quiñones
Regional Director South Europe – BDP International