“Los valores y principios no lo son hasta que te cuestan dinero o esfuerzo” (de la sabiduría popular)
Tengo grabado este pensamiento en la memoria desde hace muchos años, no se donde la oí, leí o quien me lo dijo, me parece una forma genial, de expresar lo que significa la puesta en practica de los valores en nuestra vida, en nuestra cotidianidad.
Esta idea, expresada de manera tan sencilla, tan simple nos ayuda y nos da la pauta de lo que implica poner en práctica los valores, que en cada uno de nosotros prevalecen y que son como la guía de lo que da sentido a nuestra vida, lo que defendemos y por lo que estamos dispuestos a sacrificarnos.
Este esfuerzo que citamos puede consistir en: serenidad ante un agravio, paciencia ante un atasco, tranquilidad ante una exasperación, comedimiento ante algo que duele, tiempo a alguien que lo necesita, o simplemente evitar reaccionar bruscamente cuando nos interrumpen estando concentrados. En fin, hay numerosos momentos en hacer este esfuerzo que nos cuesta.
Si lo pensamos y somos conscientes de ello, veremos que los valores transforman el mundo cuando los aplicamos con consistencia, no solo cambiamos el mundo, si no que nos reforzamos nosotros mismos cuando estos valores están alineados con una ética humanista.
Josep Pique y Rosa Nonell en sus anteriores artículos, mencionan valores y principios que recomiendan para nuestra sociedad en momentos como los actuales, y pensando en el futuro que nos espera. Y a ello añado que el reto no es sólo para la sociedad en general, para nuestros gobernantes, políticos o personas que rigen las empresa u organizaciones, si no para cada uno de nosotros en nuestra cotidianidad, pues es donde se construyen y demuestran los valores y principios definiendo nuestra identidad como personas.
El desafío para cada uno de nosotros, yo el primero, es el de ser consecuentes con ellos en el día a día, en lo cotidiano. El valor del respeto, por ejemplo, cuando nos dirigimos a otra persona o pedimos algo en una tienda, cuando respondemos al teléfono, cuando contestamos un e-mail, o estamos en una reunión en la que hay desacuerdo y estilos distintos de discrepar, o cuando en esa misma reunión acaparamos el tiempo hablando mas que los demás para ganar protagonismo. ¿Perciben esas otras personas el respeto que les tenemos?. Si nos cuesta un esfuerzo o tiempo o incluso dinero o recursos, es donde se demuestra la aplicación del valor o el principio.
Y si hay una persona en la cola del súper, que tiene dificultades en encontrar las monedas mientras paga y nosotros tenemos prisa, ¿evitamos la demostración de enojo por la lentitud?. El valor del respeto y la paciencia, ese que nos que nos cuesta un esfuerzo… entonces ponemos en practica el valor en si, merece la pena.
Pensemos que los valores y principios es lo que nos define como personas y como miembros de una sociedad, lo que aspiramos y deseamos que los demás vean y confíen en nosotros, de manera que les hace sentir seguros sobre las pautas de acción y pensamiento que tendremos cada uno, es se refleja por ejemplo en el valor de la lealtad.
Una situación que me da que pensar sobre la aplicación de valores y principios, es cuando estoy en un semáforo como peatón y voy con prisas. Me puede llegar la tentación de cruzar en rojo delante de una niña, que espera pacientemente su turno dando la mano a su padre y que en algún momento este le habrá explicado que “…en rojo no se cruza”. Entonces, al ir con prisa pienso que si cruzo, aparte de dar un mal ejemplo, además estoy obligando al padre a darle una explicación a la niña del por qué, este señor con traje, que soy yo, no ha respetado el principio o valor que el propio padre le ha enseñado … suele arreglarlo con el socorrido “hija…este señor se ha despistado”, lo cual es además una señal de respeto hacia el que ha cruzado, ante la tentación de condenar abiertamente esta conducta delante de la niña.
El día a día nos ofrece un sinfín de oportunidades de poner en practica nuestros valores, y ello tiene una gran ventaja, pues es la mejor manera de sentirnos bien con nosotros mismos.
Por contraposición, tenemos a Groucho Marx que tenía muy claro el relativismo de los principios o valores al decir: “Damas y caballeros estos son mis principios, si no le gustan tengo otros” (“Los hermanos Marx en el Oeste”-1940), lo que convierte el relativismo imperante en una, para mi , peligrosa guía o regla de medir. Elástica a los ojos del propio observador, quien es ya juez y parte de si mismo, por lo que ya no es un principio si no una justificación racional, dando por hecho de que la razón lo puede explicar o justificar todo.
Es duro convivir o trabajar con personas de las que no te puedes fiar… de sus valores. A veces, esta persona somos nosotros mismos, de ahí el gran reto del autoliderazgo, ya que la persona mas difícil de liderar somos nosotros mismos. Que somos persona que vamos en pos de una felicidad, que sólo se consigue siendo consecuente con los propios valores. Ya que como he oído alguna vez y comparto: “… es feliz quien vive de acuerdo con sus valores… aunque a veces nos hagamos trampa”
Claro que la aplicación de principios o valores cuesta. Nos cuesta tanto como individuos como socialmente. Por ejemplo en la eficiencia en la administración, o en lo recursos energéticos, en la gestión y asignación de presupuestos, en la educación de los hijos y el ejercicio del liderazgo, y conduciendo un vehículo, hay miles de circunstancias.
Seamos pues conscientes de este coste y este esfuerzo que es lo que nos hace mejores personas, nos da sentido y mejora la sociedad
Pues, … los Valores y Principios, o nos cuestan algo o seguimos a Groucho Marx.
Jaime Llado 9 de abril de 2021
Jaime Lladó
Vocal en la junta de ABE
CEO y partner de Dale Carnegie España.