Con Josep Piqué, empezamos a conversar sobre la geoestrategia mundial, de China y EEUUpara acabar reflexionando sobre el futuro de España y la resolución del problema catalán. Una lección impagable
Josep Piqué (Vilanova i la Geltrú, 1955) tiene el mundo en su cabeza, una de las más privilegiadas que ha habido en la política española de los últimos cuarenta años. Doctor en Economía y Licenciado en Derecho, entre 1996 y 2003 fue ministro de Industria y Energía, de Asuntos Exteriores y de Ciencia y Tecnología en los Gobiernos de José María Aznar. Presidió el PP en Cataluña. Abandonó la política para volver a centrarse en el sector privado. Sus cargos de responsabilidad antes y después de su paréntesis político son inacabables. Ha sido desde presidente del Círculo de Economía de Barcelona y vicepresidente del Círculo de Empresarios de Madrid hasta presidente de la Fundación Iberoamericana Empresarial. Al inicio de su carrera fue economista en el servicio de estudios de La Caixa, fue director general de Industria de la Generalitat y presidente de Ercros de 1992 a 1996. Ha presidido Vueling, ha sido CEO de OHL… hoy preside ITP Aero y la consultora Parsiphae. Es consejero independiente de Seat y Amadeus, entre otras compañías.
Con Josep Piqué conversamos sobre dónde se dirige el mundo. Creamos un Mundopoly, que imitando al reconocido juego de mesa, pretende recrear países, territorios conflictivos, zonas especiales y perlas escondidas.
POR QUÉ PAÍSES HAY QUE APOSTAR PARA EL FUTURO
Hemos de distinguir entre el corto plazo, cinco años, y el largo, 20 años.
A cinco años, la apuesta debe ser por los países que ofrecen seguridad jurídica, con un sistema institucional fuerte, una democracia asentada, que inspiren confianza, abiertos a la inversión extranjera y con una legislación que podríamos denominar liberal. Cualquier país europeo lo puede cumplir. En América del Norte, EEUU y Canadá; en el Oriente Lejano, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán y Singapur. Y con dificultades, y me cuesta mucho decirlo, algunos países de América Latina comoChile, Uruguay, Colombia, Paraguay, Costa Rica, Panamá, Dominicana y, ahora, también Ecuador.
A 20 años vista, la perspectiva es distinta. Hemos de valorar aquellos países con mayor capacidad de crecimiento y con más capacidad de institucionalizar sus estructuras de Gobierno. ¿Habrá nuevos países? Dependerá mucho de las reformas que se puedan implementar en aquellos que tengan claro que forman parte de Occidente. Por potencial, tendríamos que hablar de Brasil y de México. A éste, a pesar de sus actuales dificultades, le beneficia estar al lado de EEUU. Me cuesta mucho pensar que Argentina pueda cambiar a 20 años vista y, a pesar de la coyuntura actual, países como Chile, Colombia, incluso Perú son países para contemplar. En Asia habrá un proceso de consolidación en el sureste asiático. Hay muchas diferencias. No tienen nada que ver Myanmar con Singapur. Hay un país clave para el futuro que es Indonesia. Es el mayor país musulmándel mundo. A medida que consolide su seguridad jurídica y la institucionalización democrática, estará entre los seis o siete países más importantes del planeta a mediados de este siglo. Los países asiáticos y del Pacífico que antes he nombrado seguirán siendo relevantes. La gran incógnita es India. Será el país más poblado del mundo dentro de muy poco, con tasas de crecimiento muy altas. Es de una enorme complejidad y enorme variedad interna. Claramente se detecta que la mayoría hindú quiere capitalizar cada vez más el sentimiento de nación india, con la recuperación de la historia y la autoestima. Se abre la incógnita de cómo será el tratamiento de las enormes minorías como la musulmana. India está destinada a ser uno de los 3 o 4 países más importantes.
Queda la incógnita de Oriente Medio y de África.En Oriente Medio todo dependerá de cómo evolucionen los conflictos. No veo un proceso de consolidación institucional en la región en casos como Irak o Siria, que tienen que resolver su encaje nacional y estatal. Son países en vías de construcción.
Hay muchas Áfricas. En el África mediterránea, excepto Marruecos, no veo ningún país capaz de atraer inversión extranjera. Hay un país que está destinado a esto pero tiene que resolver su organización política: Egipto. Luego está el Sahel, una zona de enorme inestabilidad.
En el África subsahariana hay tres países que pueden ser tres grandes polos de atracción desde una perspectiva regional. En el golfo de Guinea es Nigeria. Puede tener 500/600 millones de habitantes a final de siglo. Será una gran potencia. En el cuerno de África, Etiopía y, si miramos al sur, Suráfrica; aunque hay países como Angola que también querrán jugar un papel relevante.
África es el continente que nos deparará más sorpresas en los próximos 20 años. A mitad de siglo tendrá una población de 1.500 millones de habitantes. Y a finales, uno de cada tres habitantes del mundo será africano. Estos países empiezan a desarrollar una clase media. Están en un proceso de fortalecimiento institucional.
EEUU, CHINA, RUSIA, INCLUSO LA UE. ¿ESTÁN CONDENADOS A UNA LUCHA DE PODERES? ¿CÓMO PUEDE ACABAR?
Es evidente algo que hace 10 años no lo era. La clara ambición de China de ser la potencia hegemónica en el mundo a mitad de este siglo. Hay otra evidencia que hace 10 años tampoco lo era. La creencia occidental de que el crecimiento económico de China, el desarrollo de sus clases medias y de que centenares de millones de chinos se vayan de vacaciones fuera o de que haya centenares de miles de estudiantes chinos en las universidades occidentales acabarían aproximando al país a los valores occidentales; a su democratización política, a su inclusión en el orden liberal internacional y a la aceptación de las reglas de la economía de mercado tal como las entendemos en Occidente. Sabemos que esto no es así. China no acepta estas reglas de juego. Tiene su propio modelo. No intenta extenderlo desde la ideología como en su momento sí quiso la URSS; pero, sí que, siguiendo la tradición china de milenios, quiere mostrarse al mundo como un poder capaz de resolver más eficazmente que las democracias occidentales los problemas y las necesidades de los ciudadanos. Estamos frente a una pugna que no es solo comercial, económica, empresarial, estratégica, militar y tecnológica, sino sistémica, de contraposición de maneras de organizar la economía, la sociedad y la política. Un gran riesgo inevitable.
Habrá un progresivo desacoplamiento del mundo entre aquellos países que siguen una lógica autoritaria desde el ejercicio del poder político, una lógica de capitalismo de Estado, donde los poderes públicos jueguen un papel más relevante que la iniciativa privada, y unas sociedades controladas por el poder político. Enfrente: las democracias representativas, la economía de mercado basada en la propiedad privada y, en definitiva, las sociedades abiertas tal como las definió Karl Popper.
A diferencia de Donald Trump con su America First, la Administración de Joe Biden ha visto que para hacer frente al expansionismo de China necesita recuperar aliados. Apostar por las alianzas y el multilateralismo. Una de las primeras decisiones de Biden es reforzar la alianza atlántica y complementarla con una mayor alianza con los países del Indo-Pacífico, muy preocupados por el crecimiento de China. Una alianza militar, que tenga en cuenta el espacio y el ciberespacio. Con un claro compromiso: la defensa de Taiwán. Las democracias hemos de compartir valores e intereses, que no son solo económicos, sino geopolíticos.
¿LA PANDEMIA HA ACELERADO ESTA PREPONDERANCIA DE CHINA Y SU LUCHA DE PODER CON EEUU?
China lo ha intentado con la bautizada como diplomacia de las vacunas. Ya lleva tiempo intensificando la inversión en infraestructuras. China quiere estar en todo el mundo. Aparte de ser una potencia terrestre, debe ser una potencia naval (no lo es desde el siglo XIII), en el espacio y en el ciberespacio, poniendo todo el foco en la tecnología y la inteligencia artificial. La influencia china en América Latina y África es evidente. Ha venido acompañada de un cierto repliegue de los EEUU en su papel de “potencia indispensable”, definición de la exsecretaria de Estado, Madeleine Albright. Al acabar la Guerra Fría, EEUU se constituye como la única gran potencia. EEUU ahora debe acostumbrarse a un mundo donde los poderes están distribuidos con un nuevo bipolarismo imperfecto con la China, pero con otros actores. Es un mundo mucho más complejo de gestionar, pero que lleva a EEUU a la convicción social, no solo política, de que no puede estar en todos los sitios y de que tiene que concentrar fuerzas. Tiene el riesgo de perder capacidad de influencia en América Latina y en África. Luego está la decisión de EEUU de retirarse de Oriente Medio. Es irreversible porque tiene menor interés por estos territorios ya que tienen autosuficiencia energética. La participación de EEUU en un conflicto importante regional ya no debe darse como garantizada. Ahora defiende que los conflictos locales deben resolverlos los europeos o poderes regionales. Por eso, en crisis como Siria o Libia han asumido gran importancia la presencia de potencias regionales como Rusia, Turquía o Irán. EEUU ha considerado que el foco sobre la China es demasiado importante como para diversificar y para que no se cumpla el refrán de que quien mucho abarca, poco aprieta.
¿ES POSIBLE UN CONFLICTO MILITAR CON CHINA, COMO VATICINA EL HISTORIADOR GRAHAM ALLISON EN SU LIBRO ‘DESTINED FOR WAR’?
Hay un incremento de poder militar de China, con esfuerzos presupuestarios relevantes, con estrategias muy agresivas en el mar de la China, donde la injerencia externa no es admisible. Es una actualización de la doctrina Monroe, pero a la china: Asia es para los asiáticos. China busca tener la fuerza suficiente para evitar cualquier invasión del territorio continenta. La posibilidad de incidentes se multiplica con la permanente reclamación de Taiwán y con la clara determinación de EEUU de que toda su estrategia en el Indo-Pacífico pasa por su defensa. Ninguna de las dos potencias piensa en un enfrentamiento porque los costes serían excesivos. Sí existe la posibilidad, como ocurría en la Guerra Fría, de que haya incidentes que puedan generar una escalada. Habrá incrementos de tensión militar en estas áreas. ¿Es la trampa de Tucídides, como explica Allison? Sí, pero matizada en que el enfrentamiento entre la potencia existente y la potencia emergente tiene unos costes tan insufribles para los dos bandos que probablemente, como en la Guerra Fría, de ocurrir sería el final.”
USTED HA DEFENDIDO QUE EL ESTRECHO DE MALACA ES EL NUEVO CENTRO DEL MUNDO
Seguirá siendo el centro del mundo, un lugar clave. Son razones puramente geográficas, con la unión entre el Índico y el Pacífico. Y con dos países, muy distintos, pero importantes: Singapur e Indonesia.Este país querrá mantener su autonomía estratégica. En este gran enfrentamiento tendrá que acabar optando. Si opta por la continuidad de un sistema democrático, obviamente, su aliado natural es Occidente. Quien gane el sureste asiático, ganará el mundo.
HABLEMOS DE RUSIA
Es el país más extenso, con un problema evidente de insuficiencia demográfica, con una estructura política que le impide tener la complejidad de una economía en el siglo XXI. Han hecho un gran esfuerzo tecnológico reciente, que se nota mucho desde el punto de vista militar; pero, desde el punto de vista de su complejidad económica y empresarial, Rusia no es importante. Su PIB es como el de Italia. Hay factores objetivos que impiden pensar que Rusia pueda ser una potencia global. Sí que aspira a ser una potencia imprescindible para tratar los grandes conflictos. Con una clara voluntad de recuperar el área de influencia que tuvo la URSS. La URSS fue la culminación del sueño imperial zarista. Dominar el Báltico, el mar Negro, Asia central… rememorando la rivalidad contra el imperio británico en el siglo XIX para acceder al Índico y Oriente Medio en un sentido amplio. Rusia quiere ser claramente influyente allí donde ya lo fue y, si por eso debe utilizar la fuerza militar, la utiliza sin complejos, como se ha visto en Siria y en otros lugares. Eso tiene una derivada. ¿Qué pinta Rusia en América, por ejemplo? La presencia en Venezuela tiene este sentido. Si quieres encontrar una solución, también deberás hablar conmigo, estiman. La presencia rusa en África es cada vez más importante. Hay otro tema clave para poder entender el enfrentamiento que nos llevará al desacoplamiento. A pesar de sus diferencias históricas y profundas, hay cada vez una alianza más estrecha entre Rusia y China. Comparten un objetivo común: no aceptar las reglas de juego occidental. No aceptar la hegemonía de EEUU. Esta alianza que podría tener un elemento oportunista y de corto plazo es cada vez más una alianza estratégica que tiene un componente tecnológico y militar. No es casualidad que Putin y Xi Jinping se vean varias veces al año. Es un componente novedoso que hace que mucha gente piense en lo que ocurrió en la Guerra Fría. EEUU llegó a la conclusión con el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, de que debían realizar una pinza con China contra la URSS. A pesar de ser ambas comunistas, estaban contrapuestos. Algunos piensan que si aceptamos que el enemigo sistémico es China, hay que intentar acercarse a Rusia porque cultural e históricamente es un país más cercano. Esto es difícilmente sostenible. Mientras Rusia tenga a Vladimir Putin, este intento de romper la alianza de China y Rusia a base de una pinza similar de la que hizo Nixon con China está condenado al fracaso. Rusia no tiene ningún interés en llegar a acuerdos con Europa. Rusia quiere debilitar la UE, preferiría que no existiera. Quiere mantener relaciones bilaterales. La UE debe adoptar su política exterior respecto a Rusia sin falsas ilusiones. Ya se vio lo ocurrido en Ucrania. Rusia es un adversario también sistémico. Otra cosa es que la reciente cumbre entre Biden y Putin se haya celebrado y que ambas partes no hayan mostrado una imposibilidad de seguir con el diálogo en el futuro a pesar de las discrepancias.
Tanto en el caso de Rusia como el de China, cualquier campo de colaboración debe ser bienvenido. No se puede combatir el cambio climático o prepararse para otra pandemia si no hay un acuerdo entre China y EEUU. Rusia es muy importante para los países del norte y este de Europa desde un punto de vista energético por las necesidades de importación de gas (a través del gasoducto North Stream) que tardarán tiempo en ser sustituidas por las nuevas fuentes de energía.
Atención con Bielorrusia. Puede acabar con la incorporación de facto de este país a Rusia. Hay un punto caliente, que puede ser un foco de tensión, incluso con la instalación de misiles de corto y medio rango, que puede ser Kaliningrado, en la antigua Prusia Oriental. Kaliningrado es hoy un enclave como lo fue el corredor de Danzig en la Segunda Guerra Mundial. Ahora, Kaliningrado es un enclave ruso que está rodeado por las repúblicas bálticas y Polonia. Pero desde la región de Kaliningrado hay un pequeño corredor que lo une con Bielorrusia, Suwalki Gap, entre Lituania y Polonia. En el momento en que Bielorrusia se pueda integrar a Rusia, este corredor se convierte en clave porque es fácilmente utilizable por Rusia para decir que necesita garantizar el acceso terrestre a Kaliningrado. Querría su control, rompiendo el acceso entre los países Bálticos y Polonia, que debería ser inaceptable para la OTAN. En este corredor se pueden producir, anticipando mucho el futuro, fuertes tensiones. y volver a la lógica de los años 80, con la escalada nuclear.
ESTE AÑO HAY ELECCIONES EN ALEMANIA. EN 2022 EN FRANCIA. ¿QUÉ SERÁ DE LA UE?
Todo dependerá de lo que hagamos los europeos. Biden sabe que para su estrategia global, la UE es necesaria. La cumbre de la OTAN ha sido un refuerzo de la alianza, Los europeos hemos de aprovechar esta nueva coyuntura. Alemania no está en riesgo. Aunque ganaran los verdes, estos son claramente europeístas. El gran riesgo es Francia. Hemos de esperar. Europa solo tiene una alternativa si quiere ser un actor relevante: avanzar en su integración política y dar consistencia al proyecto, no solo económico. Significa seguir transfiriendo soberanía en el ámbito de la política exterior, de la seguridad y la defensa. Todo esto es posible si Francia y Alemania van de la mano. La ruptura del consenso europeísta sería una tragedia. A países como Italia y España nos interesa enormemente ir detrás de este proyecto. Y no solo de manera pasiva. Hemos de ser proactivos. Hemos de contribuir a reforzar la política europea conjuntamente con Francia yAlemania.
Habrá un incremento de las tensiones en Francia a medida que se acerquen las elecciones, incluyendo interferencias rusas. En terminología leninista, Francia es el eslabón débil. No dudo de que Emmanuel Macron se presentará a las elecciones francesas salvo que surja un escándalo u ocurra algo inesperado. En condiciones normales, si tiene enfrente a Marine Le Pen, aunque se ha ido centrando y moderando su discurso, los franceses de izquierdas, de centro y conservadores, aunque sea tapándose la nariz, votarán a su favor en segunda vuelta.
Hace un año y medio el eslabón débil era Italia con el Gobierno de Matteo Salvini y el movimiento Cinco Estrellas. En la política italiana la evolución es muy volátil. Yo que siento envidia del programa de reformas que está implementando el Gobierno de Mario Draghi, siempre he mostrado inquietud por su nombramiento, que no deja de ser una anomalía democrática. Al final, buscar a un señor de prestigio, a un tecnócrata, no deja de ser una manera de violentar la voluntad democrática de los ciudadanos y de poner en relieve las deficiencias de la democracia. Italia ha sido una democracia incapaz de configurar Gobiernos estables y fuertes. Más vale que le salga bien a Draghi porque necesitamos a Italia.
¿ES ESPAÑA OTRO ESLABÓN DÉBIL?
España sin Europa estaría condenada a bajar a segunda división inmediatamente. La apuesta europea de España es una apuesta política vital que garantiza su prosperidad, cohesión e incluso democracia. Si hoy no estuviésemos bajo el paraguas del Banco Central Europeo, mejor no desarrollar qué ocurriría. No veo riesgos de que España pueda acabar derivando hacia el antieuropeísmo. No podemos desentendernos del proyecto europeo y esto lo saben todos. Incluso aquellos que pueden tener un discurso más antieuropeo o escépticos. Otra cosa es que, para ser importantes, la política exterior ha de ser sólida y con credibilidad, que inspire confianza y que, por tanto, vaya más allá de las circunstancias políticas del momento. No puede haber política exterior sin cohesión interna. La política exterior es el reflejo de un país que confía en sí mismo y que tiene consensos básicos respecto a cuál debe ser su papel en el mundo. Hay que recuperar estos consensos respecto a la política exterior, respecto a la política territorial, al modelo de sociedad o a la práctica cotidiana de la actividad política. Hay valores indispensables para que un país sea viable y tenga credibilidad. Hay que superar la dialéctica no de adversarios políticos, que es la lógica en un sistema democrático, sino la de enemigos que buscan destruirse.
Esta dinámica política de que es imposible ningún acuerdo, de que interesa agudizar las contradicciones, de deslegitimizar al adversario como no democrático, ya sea porque es socialcomunista o fascista, va en la dirección contraria de lo que nos interesa como país. Un país, además, que está con dudas constantes sobre su cohesión interna es un país que no inspira credibilidad. Por eso, el problema de Cataluña es un problema de política exterior y también un problema que afecta vitalmente a nuestro papel en Europa. La prueba es que las interferencias externas respecto al procés de Cataluña buscan debilitar España porque debilitar España es debilitar Europa.
CATALUÑA TRAS LOS INDULTOS
A corto plazo no veo solución. Me gustaría, pero no puedo ser optimista. La situación está enquistada y la solución solo podrá venir por una reflexión interna de la sociedad catalana. Y si la sociedad catalana asume que puede vivir en una profunda división interna donde el desacoplamiento cada vez estará más claro, el tema no tendrá solución. La única posibilidad es que haya un decantamiento que solo se puede expresar en las urnas. Que surja la necesidad de que hemos de superar esta división y que, por tanto, no podemos plantear cosas que todo el mundo sabe que son imposibles. Pero hoy esto no se ve. Estamos en una situación especialmente dolorosa: intentar monopolizar Cataluña desde la perspectiva de una de sus partes. Y hay una cosa muy grave, muy preocupante: que este tipo de discurso sea asumido por una buena parte del resto de la sociedad española y por una parte de sus fuerzas políticas. Porque demasiado a menudo se habla de Cataluña cuando se está hablando de la Generalitat de Cataluña. Y no es el caso. No hemos de olvidarnos nunca de esta otra mitad de la sociedad catalana que quiere seguir siendo española y formando parte de la UE. No le podemos negar la representatividad que le toca y no podemos ceder toda la representatividad a una parte.
Si hay un planteamiento desde el Gobierno de España, no solo debe incluir ese consenso interno sobre un futuro compartido y compartible, sino que debe ser producto del consenso básico en el Parlamento español. Ya se quiso hacer el nuevo Estatuto excluyendo al PP. No repitamos ahora ese error. Nuestra Constitución ha sido un éxito porque se hizo entre todos, por primera vez en nuestra historia. Solo los consensos básicos nos hacen fuertes. Y solo se autoexcluyen los radicales, porque quieren romper cualquier espíritu de auténtica concordia.
DE ESPAÑA A MARRUECOS
Marruecos tiene un proyecto nacional, que no es solo del rey, sino de la sociedad marroquí. Pasa por la incorporación, no de facto, sino de iure del Sahara a la soberanía marroquí. Y pasa también por mantener la reivindicación, aunque sea a muy largo plazo, por Ceuta y Melilla. E incluso puede acabar pasando en el futuro por Canarias. Sin entender esto, es muy difícil interpretar qué hace Marruecos. Si lo contraponemos con España, aquí hubo proyectos nacionales en los que detrás había la práctica totalidad de los ciudadanos y de las fuerzas políticas. La transformación de una dictadura en una democracia, la integración en Europa e incluso la incorporación al euro desde sus principios fueron proyectos nacionales. ¿Cuál es el proyecto nacional de España ahora? Solo puede ser continuar siendo parte de Europa.
En Marruecos, el elemento fundamental de su política exterior es tener la soberanía aceptada internacionalmente sobre el Sahara. ¿Qué ha provocado ahora los episodios de Ceuta? Marruecos da un paso adelante cuando se siente fuerte y percibe que el Gobierno de España es débil. La marcha verde con Franco agonizante sería el ejemplo paradigmático. Antes de eso, fue la reconquista militar del Ifni. Perejil fue una manera de tantear la determinación española en defender sus posiciones. Y se hace en un momento de cambio de Gobierno. Marruecos no esperaba una reacción contundente de España.
Ahora, hay un cambio también de circunstancias. Con Perejil, España tenía una relación muy estrecha con EEUU y en cambio recibió muy poco apoyo de Europa, fundamentalmente por la posición de Francia, históricamente pro-Marruecos. Ahora, no hemos tenido el apoyo de EEUU, que considera a Marruecos un aliado demasiado importante como para no darle apoyo, pero a diferencia de Perejil, y es donde se ha producido el error de cálculo de Marruecos, la UE ha reaccionado de la única manera que podía hacerlo, incluso Francia: las fronteras no se tocan. Ha habido otro error de cálculo a estas alturas del siglo XXI: no puedes utilizar a los ciudadanos sin escrúpulos.
Tras lo ocurrido, cualquier modificación de la posición de España respecto al Sahara se ha hecho imposible. No se puede ceder a un chantaje. Habrá que realizar una reflexión sobre el futuro del Sahara y de los saharauis, pero en estos momentos España no se puede mover. El futuro pasa por el cumplimiento de la legalidad internacional fijada por la ONU y por encontrar una solución pacífica al contencioso a través de un referéndum, previa configuración del censo, en unos cinco años. España debe ayudar y contribuir como antigua potencia administradora. España ha reaccionado bien enviando el ejército. Europa ha reaccionado bien y Marruecos tiene que calibrar, usando la expresión coloquial, que se ha pasado de frenada.
UN POLVORÍN ETERNO LLAMADO ORIENTE MEDIO
Oriente Medio dejará de ser importante cuando el control del petróleo ya no tenga esta relevancia estratégica, pero seguirá siendo un punto caliente por los conflictos internos.
Muchos de ellos no se pueden resolver a corto plazo. No tanto por el enfrentamiento entre chiitas y sunitas, sino por la búsqueda de la hegemonía en la región por parte de las dos potencias de cada bando. Irán por un lado y Arabia Saudí más Egipto por el otro. Un enfrentamiento que seguirá existiendo mucho tiempo. El foco natural de atención en el Oriente Medio desde finales de la Segunda Guerra Mundial viene con la fundación del estado de Israel y la contraposición entre Israel y el mundo árabe sunita, que no musulmán. Y dentro de este enfrentamiento, la cuestión de Palestina se convierte en un elemento central. Con el tiempo, buena parte del mundo árabe ya ha asumido (en su momento ya lo hizo Egipto, después Jordania y ahora los Emiratos, Bahréin…) que no puede subordinar su política en la región, que va marcada por el enfrentamiento con Irán, a la cuestión palestina. De ahí, el reconocimiento a Israel. Formalmente interesa decir que hay que buscar una solución a la cuestión palestina. Es una causa perdida. Por errores propios, que han sido descomunales, y por circunstancias objetivas, como decía también Madeleine Albright, los palestinos nunca desaprovechan una oportunidad para perder una oportunidad. Esto explica lo que ocurre estos días, con la intervención directa de Irán a través de Hamas y la Yihad Islámica con el apoyo de Hizbulá para rehacer la causa palestina. Luego está Catar, que no quiere aceptar la preponderancia saudí, a poya a los Hermanos Musulmanes y tiene un aliado que es Turquía. Turquía quiere tener su propia política, diferente a la de Arabia Saudí y de Egipto. Su presidente, Recep Tayyip Erdogan, quiere retornar al estado otomano. Como puente entre Europa y Asia, quiere jugar un papel hegemónico en la región, como lo ha hecho históricamente. Esto tiene consecuencias enormes. ¿Qué hace Turquía en la OTAN en este momento en que ha decidido desplegar un sistema antimisiles y comprarlo a Rusia? EEUU no le venderá los aviones de combate para evitar que haya información privilegiada que caiga en manos rusas. Al final, Turquía deberá decidir en qué bando quiere estar. La deriva es más cercana a las potencias autoritarias dentro de este decoplamiento sistémico del que hablábamos.
MÉXICO Y BRASIL
Aunque solo sea por peso demográfico y económico, son dos países muy relevantes y que seguirán siéndolo. Hoy no lo son. Tienen Gobiernos populistas de distinto signo que miran solo hacia el interior. Latinoamérica será importante si avanza en su propia integración, como es el caso de Europa, y acaba convirtiéndose en un sujeto político percibido como tal por el resto. Con un doble liderazgo: México y Brasil. Muchos otros países sufren la destrucción del sistema de representación política tradicional. Se habla más de personas que de partidos. Muchos parlamentos están absolutamente atomizados e incapaces de construir mayorías estables. Es un mal endémico en el conjunto de la región. No deja de ser una desgracia el peronismo de Argentina. Argentina tiene una gran capacidad para darle vueltas a la rueda del hámster. Y a estas alzadas del siglo XXI, que el peronismo, un movimiento político de la segunda mitad de los años 40, siga siendo la fuerza mayoritaria en Argentina no deja de ser motivo de reflexión. Venezuela, Colombia… la redacción de la nueva Constitución en Chile, veremos qué ocurre. Ha habido una buena noticia con la elección de Guillermo Lasso como presidente de Ecuador. Lo primero que ha hecho está bien al darle la presidencia del Parlamento a la representante de un partido indígena, Guadalupe Llori, pero el poder del presidente también es muy limitado porque no tiene una soberanía fuerte. ¿Y Centroamérica? No es lo mismo Nicaragua, Honduras, El Salvador o Guatemala que Costa Rica o Panamá. Sigue siendo un foco de inestabilidad porque hay estructuras económicas muy dependientes de actividades ilícitas y sufre la insostenible presión migratoria.
UN APUNTE SOBRE EL REINO UNIDO
Echarán de menos a Europa. Reino Unido reivindica su papel como potencia, su pasado imperial, el hecho de ser potencia nuclear… Tiene voluntad de seguir a solas, pero en el mundo de hoy inevitablemente, sin formar parte de Europa, es demasiado pequeño. Puede no ser un país relevante, pero es un país en el que se puede vivir y educar a los hijos. No tengo dudas. Pero también creo que tampoco me importaría educarlos en Canadá o en Australia, y estoy hablando del antiguo imperio británico. Pero tampoco tendría ningún problema en que se formaran en cualquier país europeo. ¿Seguirá la City siendo la City? Mucho menos. El Reino Unido hará una apuesta por un trato fiscal específico, con la aspiración de ser como Singapur. Pero detrás de un gran centro financiero tiene que acabar habiendo una gran economía y el Reino Unido no lo ha hecho. Seguramente, Francfort puede sustituirlo. ¿Y educar en EEUU a los hijos? Sigue teniendo las mejores universidades del mundo.
POR ÚLTIMO, ¿CÓMO SALDRÁ LA ECONOMÍA DE LA PANDEMIA?
Va a haber un rebote muy importante, ante el ahorro “embalsado” y las ganas de volver a consumir bienes y servicios afectados por las restricciones. Pero la clave es cómo asegurar un crecimiento sostenible y eso exige reformas que mejoren la competitividad, invertir y gastar de forma adecuada y tener un plan creíble de consolidación presupuestaria y de reducción de la deuda a medio y largo plazo.