Newsletter 17 – septiembre 2024
En casa tengo demasiados libros. Pero mi problema ha sido siempre un deseo de aprender y los libros han sido una ayuda extraordinaria. Escuchar permite aprender aún más pero es más difícil. Los libros los puedes leer cuando tienes un momento; para escuchar tienes que utilizar la agenda. Pero de repente vi uno de los libros que me compré cuando vivía en América, estudiando en Harvard, en los primeros años setenta. El título lo dice todo A populist manifesto ,no necesita traducción. Debajo del título pone, traduciéndolo, “organizando una nueva mayoría”. He de mencionar a los autores, Jack Newfield y Jeff Greenfield. En aquellos años, en América estaba creciendo ese populismo que no quería aceptar que alguien tuviera que quedarse sin pensiones para poderse pagar un tratamiento médico complicado mientras los superricos se hacían más ricos. Mientras, el Estado incrementaba brutalmente sus gastos, creciendo en Washington pero montando guerras por el mundo y queriendo controlarlo con flotas enormes, bases militares por todas partes y armamento y más armamento.
No habíamos llegado a la era digital. No había móviles. Una llamada telefónica era cara y te lo pensabas antes de hacerla. La televisión estaba empezando. Pero el populismo rompía todas estas barreras y avanzaba. Veías a veces en Harvard Square alguien subido a un pequeño escenario de cajas de madera, con un altavoz en la mano, soltando un entusiasta discurso populista y gente mayor sonriendo. Los sindicatos se apuntaban al tema.
Es curioso que eso nos ocurre ahora aquí. En el libro al que me he referido hablan de movimientos populistas en América ya en los años 1800. Nada es nuevo. Todo vuelve. Nos damos cuenta de que no tendremos pensiones, tendremos limitaciones en nuestras coberturas sanitarias, muchos jóvenes tendrán trabajos miserables, habrá muchos partidos y muchos políticos prometiéndolo todo y sin cumplir nada pero construyendo una burocracia en la que tendremos que fichar para poder cruzar un paso de peatones.
Los populismos nuestros tiran de temas como la sostenibilidad y si ya se han cargado los automóviles con motores alimentados por diesel, ahora van a por los de gasolina para que todos los coches sean eléctricos.Esto no acaba de gustar a los consumidores pero los políticos caen en la trampa populista y empujan el tema. Cuando las cosas no salgan tendremos más desempleados y nuestras fábricas de coches menos futuro. Pero todo esto serán argumentos para ir cada día a una manifestación. De hecho, los populistas americanos de 1970 ya argumentaban que debido a la contaminación tendríamos un cambio climático y en el año 2000 la superficie del planeta no podría alimentar a sus habitantes. Organizaban unas manifestaciones enormes en Harvard Square.
Los populismos desaparecieron un poco durante una buena época de crecimiento en todos los sectores y de apertura de grandes mercados como Latinoamérica primero, India y China después, y África siguiendo. Pero hoy, con un aceptable nivel de mejora de vida, los populismos vuelven a dominar el mundo. El fenómeno nos afecta a los europeos, americanos y latinoamericanos sobre todo porque no tenemos los líderes adecuados. Donald Trump con su muro de México y sus tasas a las importaciones chinas y Europa con su Brexit en Inglaterra, sus chalecos amarillos en Francia; España queriendo quitar los lacitos amarillos, pero poca preocupación por los problemas de verdad: empleo y supervivencia posjubilación.
Miremos a los pocos líderes que quedan, como Xi Jinping. Saca un proyecto internacional de despliegue de su país, la nueva ruta de la seda, y lo convierte en acuerdos concretos entre empresas chinas y empresas de los países que visita. Y China crece sin parar, mejorando notablemente la calidad de vida, permitiendo a sus ciudadanos hacer turismo y, sobre todo, mejorando su educación y su sanidad de forma relevante.
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