Como ya he explicado otras veces, la isla Catalina nació en Davos donde un americano le preguntaba a otro dónde estaba Catalina (ellos se referían a Catalunya). Yo aquel año tenía que dar una conferencia en el Foro de Davos y recuerdo muy bien la conversación sobre la isla Catalina entre los dos americanos. Es impresionante cómo este encuentro va ganando prestigio. Pero con la asistencia masiva, cada vez hace más difícil el networking. Compartir un café con Macron o Merkel entre dos conferencias no es fácil. Sin duda, es un activo europeo que hemos de cuidar y del que hemos de estar orgullosos.
Pensando en esto aproveché para pasar por las excavaciones de Catalina, aquella isla del Archipiélago Patreuro, situado entre el Océano Atlético y el Mar Intermediario donde hace 3.000 años hubo una civilización. Encontré al Prof. Onesone, el americano que dirige la excavación, muy preocupado porque no entendía lo que aparecía en los últimos mosaicos descubierto con las cosas que pasaban en Catalina hace 3.000 años. Parece que el Emperador del Archipiélago Patreuro no era un hombre inteligente ni capaz de negociar y el rey de Catalina tampoco. Esto llevó a una situación difícil entre los dos, que preparaban a sus legionarios para una posible guerra. Como la legión del Archipiélago era mucho más fuerte que la de la isla Catalina, el rey de Catalina decidió escaparse a otro imperio lejano en el que los legionarios de Patreuro no podrían hacerlo prisionero. Desde su limitación mental, ampliada por sus temores a ser capturado, el rey de Catalina pensaba que podría reinar en la isla desde otro imperio y organizó un sistema de mensajeros.
Hacía mucho tiempo que los reyes de Catalina y los Emperadores de Patreuro no se preocupaban de elaborar y aplicar planes que estimulasen el desarrollo de Catalina y de las otras islas del Archipiélago. Sólo les preocupaba asegurar sus tronos, sus esclavos, sus carruajes, sus palacios, y pasaban de todo lo demás. Los catalinos y los otros habitantes del Archipiélago (los valentinos, los araganos, los vascantinos, los andalanos, los gallaguinos, los extremados, los mallarcos, etcétera) ya pasaban bastante de sus reyes y su emperador. El problema era la incapacidad de que los líderes catalinos y patreuros negociasen una mayor autonomía para Catalina sin perder las ventajas que el Archipiélago había conseguido. Catalina era una isla que fabricaba muchos carruajes, tenía muy buenos curanderos, sus filósofos ofrecían buena educación, y muchos artesanos de otros imperios se habían instalado allí para aprovechar las ventajas.
El Prof. Onesone había limpiado mosaicos con artesanos y mercaderes catalinos llevándose en galeras esclavos cargados de papiros y herramientas hacia otras islas del Archipiélago, y no lo entendía. Él seguía con interés el Foro de Davos y veía que asistían los números uno de muchos gobiernos y que en un buen momento económico parecía que todos querían colaborar. No entendía que de repente apareciera en los mosaicos que a los líderes de aquellos catalinos, que a él siempre le sorprendieron por su sabiduría y buen hacer, no les preocupase que los mercaderes y artesanos más importantes se fuesen de Catalina y sólo les interesase un trono más grande.
La Vanguardia, 28 Ene 2019