Buceando en la Encuesta de Población Activa (EPA) encuentras datos desagregados del estado del empleo en España muy interesantes. Uno de ellos es el nivel de paro según los estudios alcanzados por los desempleados. Así, en diciembre de 2017 la tasa de desempleo entre los españoles que no han estudiado es del 33%; los que se quedaron en la educación primaria soportan un desempleo del 28%. La tasa de quienes alcanzaron la secundaria con orientación profesional -así lo llama la EPA- baja al 17%, mientras que quienes terminaron los estudios superiores apenas tienen un paro del 9%. Claro que falta analizar si la calidad de esos empleos se corresponde a la cualificación obtenida con los estudios, pero es un hecho que cuando mejor preparado se esté, más posibilidades hay de trabajar.
Esto parece una perogrullada, pero es bueno recordarlo para que lo tengan en cuenta quienes están negociando ese ansiado pacto educativo en el Congreso -¿se acuerdan?- y del que muy poco se sabe de sus avances.
Por eso, si la educación debe ser para el empleo y son los empresarios quienes generan los puestos de trabajo, es interesante conocer qué le piden éstos al modelo educativo para conseguir una conexión lo más perfecta posible entre el mundo de la enseñanza y el laboral. El último número de El empresario, la revista de CEOE, recoge un informe sobre el estado de la educación en España en el que se recuerdan las propuestas que ha puesto la patronal en la mesa del debate sobre la educación.
Una de ellas es “establecer un currículo acorde a un tiempo nuevo“, que concretan en seleccionar conocimientos acordes a la nueva sociedad tecnológica, potenciar las humanidades en el segundo ciclo, desarrollar el pensamiento crítico y mejorar la expresión oral y escrita. Los empresarios proponen “hacer de la docencia una profesión robusta”, introduciendo la “gestión del talento en el cuerpo docente”.
También consideran necesario algo fundamental como “fortalecer la autonomía de los centros, su gobernanza y su rendición de cuentas”, es decir, unos criterios de evaluación para que los centros que mejor lo hagan tengan algún tipo de recompensa. Otros aspectos clave para la patronal son la consolidación de la “libertad de enseñanza”, así como “asegurar un marco básico, moderno y efectivo, común para todo el Estado“.
Y donde hacen más hincapié es en la transición entre la escuela, la universidad y la empresa. En este sentido, hablan de la promoción de la formación profesional para evitar la alta tasa de abandono escolar y apuestan por la FP dual. Consideran necesaria una mayor implicación del empresariado en la formación de los jóvenes, participando, por ejemplo, en la elaboración de los planes de estudio de la formación profesional o incorporándose al Consejo de Universidades.
Hay que poner patas a estas propuestas, desde luego, pero son buenos puntos de vista, si se miran sin anteojeras ideológicas, que deberían ser escuchadas por los políticos.
Fuente: http://www.elmundo.es/economia/ahorro-y-consumo/2018/02/23/5a8f179bca4741e3148b4622.html