Alguna vez he comentado que hace unos cinco años se nos ocurrió la idea de lanzar en China el concepto de “empresa familiar” y una profesora, Jean Lee, se entusiasmó con el tema. En Europa y América esto es algo muy arraigado. Hay muchísimas empresas que son propiedad total o parcial de una familia y esto a veces viene desde hace muchas generaciones. Evidentemente en China, con su historia, esto no ha ocurrido y las grandes empresas son del Estado o de un súper emprendedor que la creó, la ha hecho crecer un montón y está al frente de ella. Muchos de esos empresarios, cuando llegan a cierta edad sacan la empresa a bolsa, consiguen un montón de dinero y que la bolsa decida quién sigue al frente de la empresa. Ellos, a hacer cosas pero con un montón de dinero en sus cuentas particulares.
Muchos grandes empresarios chinos que ya han disfrutado de un buen nivel de vida con un buen sueldo de su empresa tienen más de un hijo (mucha gente, con medios, se saltó la política del hijo único con diferentes trampas, como ir a tener los hijos a Hong Kong, allí al lado, por ejemplo). Naturalmente quieren a sus hijos, se han preocupado de darles una buena formación, y su idea es dejarles su fortuna como herencia o apoyarles en algún proyecto que se les pueda ocurrir. Pero lo que no habían pensado nunca es pasarles su empresa en vez de sacarla a bolsa o venderla. Buscar la manera de pasar su empresa a la siguiente generación es uno de los aspectos clave de las empresas familiares. No es nada
fácil.
En primer lugar hay que pensar muy a largo plazo y diseñar una buena estrategia para llegar al futuro fortalecidos. Esto requiere montar un buen equipo humano (y en China esforzarse para retenerlo). Requiere también innovar, que exige gastar un montón de dinero en I+D con eficacia. Hay que desplegar la empresa a nivel internacional porque si no lo hacemos pero lo hacen otros nos quedaremos pequeños y no podremos ni gastar lo que se gastan otros en I+D, ni retener a las personas excelentes, ni invertir en de las máquinas y equipos más avanzados y acabaremos cerrando.
Las empresas familiares, además de pensar en todo esto para llegar sólidas a la siguiente generación, han de pensar en la familia. ¿Quién de la familia lleva la empresa? ¿O buscamos alguien de fuera? ¿Pero pueden trabajar en otros niveles miembros de la familia? ¿Ponemos gente de la familia en el consejo? ¿Cuántos? ¿Quiénes? ¿Cuánto cobran los de la familia que están en estos puestos? ¿Qué parte de los beneficios se lleva la familia y qué parte se deja en la empresa? Muchas familias, para cubrirse de posibles riesgos imprevisibles en su negocio, invierten parte de los beneficios en diversificarse y se meten en varios sectores. Analizando cientos de empresas familiares europeas y americanas nos salió algo más de tres empresas distintas por familia, la diversificación es una realidad familiar. En Europa y América tenemos respuestas para todas estas preguntas e infinidad de empresas que van pasando de generación en generación.
Pero, ¿cómo explicas todo esto a los empresarios chinos? No es nada fácil y lo curioso es que lo entienden mejor los hijos bien preparados que los padres superemprendedores. Hay muchos chicos y chicas que se han formado bien y preferirían que su padre les pase la empresa que el dinero cobrado vendiéndola. Cuando organizamos estos eventos sobre empresa familiar en China invitamos a padres con hijos e hijas, traemos alguno que haya empezado a montar estas cosas y algunos de empresas europeas y americanas que estén por la tercera generación como mínimo. China puede contar con unos cuantos años de buen crecimiento gracias al excelente liderazgo de Xi Jinping y seguramente vamos a ver la aparición de muchas empresas familiares, cosa que sólo puede ser buena para el país.