Reynés (Abertis): «Ser español ayuda en la globalización por nuestra humildad, respeto y prudencia»
Francisco Reynés, vicepresidente y consejero delegado de la multinacional Abertis, aboga por la humildad y el respeto para afrontar el reto de la globalización. Dos valores que afirma ser propios de los españoles y que “ayudan a funcionar por el mundo”. Para el alto ejecutivo, que ha recibido de la Asociación para la Búsqueda de la Excelencia (ABE) el primer Cubo de los Valores que esta entidad ha instaurado, “los españoles creemos que salimos a la globalización con desventaja por nuestro nivel para hablar idiomas”, una humildad que se torna activo, como “nuestra actitud muy abierta y de respeto hacia la integración”.
“La globalización supone contacto permanente con personas de diferentes culturas que pueden aportar valores distintos a las compañías”, señala Reynés, que ha definido esta realidad como una oportunidad para la integración de empresas. En opinión del máximo directivo de Abertis, la prudencia frente a cierta visión internacional de que los españoles somos “chapuceros”, se torna el tercer valor para afrontar el mercado global. Una humildad, respeto y prudencia que son el reverso, por ejemplo, de los alemanes y estadounidenses, “orgullosos de sí mismos, pero que imponen más que escuchan”. Para Reynés, los españoles nos hemos igualado al resto del mundo en capacidad técnica, pero “desgraciadamente no hemos tenido suficiente acceso a los mercados de capitales y en la industria hubiéramos podido llegar a ser más punteros”.
Reynés subraya que la globalización “al final supone un gran reto de gestión de personas y de culturas con la dificultad añadida de la distancia para el contacto personal”. De ahí que “el respeto ante las diferentes formas de hacer de los demás y la humildad para aceptar que otros pueden hacer las cosas de forma diferente, es fundamental, porque incluso tú puedes adaptarte a nuevas técnicas”. En ese punto, el alto ejecutivo señaló que es donde reside la fuerza y el reto de Abertis: “influir más, siempre a partir de la humildad capaz de convencer y no de imponer”. Una práctica que en la globalización supone “el respeto a los negocios locales para que los gestionen las personas de los propios países”, como hace su compañía.
La vía de la ejemplaridad
En el marco de la presentación de la ponencia “¿Cómo se transmiten los valores personales a los valores de la empresa?”, Reynés ha abogado por la honradez, la transparencia y la integridad de los trabajadores, unos valores que, sostiene, “no son atribuibles a las empresas, sino a quienes forman parte de ellas”. Valores que, a su vez, “las empresas tienen la responsabilidad de transmitirlos a través de sus acciones”. En este punto, subraya que la ejemplaridad es la principal vía para traspasar los valores personales a los de la empresa. “Si tienes valores, la gente los verá”. Porque el buen directivo “es más recordado por cómo aplica sus valores que por sus éxitos profesionales”. No en vano, “a la gente nos recuerda nuestra gente, nos quieren o nos odian, no sólo por los resultados empresariales, sino mayoritariamente por nuestro comportamiento como personas”.
En opinión de Reynés, “hay que huir de aquellas personas y proyectos profesionales que subrayan su gran liderazgo y que en muy poco tiempo dicen que van a instalar unos valores en la compañía. Eso no funciona así”, afirma, porque “como los valores los transmiten las personas, primero necesitan estar convencidas y luego compartirlos para que se convierta en una cadena de transmisión”. Un convencimiento que necesariamente “tiene que venir de arriba abajo”, de modo que la ejemplaridad determine “el rebote de abajo arriba”. “Por eso cuesta cambiar valores y siempre se perciben como “cacicadas” todas las decisiones arbitrarias que no corresponden a los valores” y a unos criterios previamente fijados.
Pedro Nueno, profesor de la escuela de negocio IESE y presidente del CEIBS, en su calidad de presidente de la Asociación para la Búsqueda de la Excelencia (ABE), después de cuestionar cómo digitalizar los valores personales para así facilitarlos a los de la empresa, señaló el vehículo autoconducido para preguntarse “¿con qué valores circulará”, cuando el tráfico es el marco cotidiano de la manifestación de nuestro comportamiento humano. Como ejemplo de los valores que aplica la multinacional catalana en el mundo, el vicepresidente y consejero delegado de Abertis ha explicado la búsqueda de la “ejemplaridad” en la gestión que su grupo realiza en países como Brasil, donde la compañía ha incrementado la seguridad de sus autopistas hasta el punto de haber reducido en tres años un 38% el número de muertes por esa causa.
El impacto de los valores
Brasil es un ejemplo de la importancia que adquiere el impacto de las actuaciones de una empresa, cuando la cuenta de resultados no lo es todo. En Brasil morían tantas personas al año como soldados estadounidenses murieron en la guerra de Vietnam: 55.000 víctimas. Reynés recuerda que cuando Abertis llegó a ese país, se producían 80 muertes cada mes en las autopistas que gestionaba el grupo, porque los brasileños las cruzan a pie. Abertis decidió invertir en vallar sus carreteras con el objetivo de reducir el número de muertes, en su mayoría, niños que cruzaban y eran arrollados por los vehículos, sobre todo de noche. Una inversión que la multinacional española realizó a pesar de sufrir una reducción del 12% en el tráfico como consecuencia de la crisis económica en aquel país.
El grupo concesionario de autopistas Abertis ganó 510 millones de euros en el primer semestre de 2016, un 70 % menos que en el mismo período de 2015, debido a que en mayo del año pasado el grupo colocó en bolsa el 66 % de Cellnex Telecom, lo que propició la obtención de unas importantes plusvalías. La Asociación para la Búsqueda de la Excelencia (ABE), es una entidad privada sin ánimo de lucro, integrada por personas físicas que “buscan la unión de la buena gestión con valores para alcanzar la excelencia, con el convencimiento de que para ser excelentes no basta con tener éxito en la gestión, sino basarse en principios”. Y que los valores y el respeto en particular deben aplicarse con una visión de 360 grados a todo y en todos los momentos a partir del convencimiento de que la persona excelente es buena gestora y lleva los valores en su ADN.